Y de golpe vuelvo a tener 10 años, estoy sentada en al asiento de detrás del coche, quizás solo llevamos 10 minutos de un trayecto de una hora, pero empiezo a acribillar con la pregunta: ¿Cuándo llegaremos? Posiblemente no habrá ni respuesta que me tranquilice, ni argumento que me convenza. Seguiré así los 50 minutos restantes.
En medio de esta situación, confinada, mínimo una vez al día vuelve la niña que hay en mí y ahora es a mí a quien acribilla cada segundo con la misma pregunta: ¿Cuándo llegaremos?
Y no tengo respuesta.

La verdad es que no solo no tengo respuesta, sino que esa niña ha soplado unas cuantas veces ya las velas y ahora le toca dejar de poner el foco en su realidad y ver que tiene una casa donde pasar el confinamiento, dinero para hacer la compra de 15 días, red afectiva con la que compartir y sostener(se) online (es decir también wifi para hacerlo) y offline. La posibilidad y libertad, de salir a un balcón a sentir el aire o el sol en la cara e distracciones culturales con las que entretener ese ametrallamiento de preguntas.
Supongo que ahora rápidamente pensareis en los menos privilegiados y quizás os vienen a la mente los y las sanitarias, esos que el sistema nos está enseñando de forma visible y sutil como los y las luchadoras en toda esta pandemia. Me parece genial, precioso y necesario ese reconocimiento pero también debemos poner el foco en todas esas identidades que se están dejando la piel y la salud y que no sé está aplaudiendo por ellas: mujeres racializadas trabajadoras del hogar (con unas nefastas condiciones laborales y sin protección ni para el virus, ni para el capitalismo), personal de limpieza no solo de centros sanitarios sino también de muchos otros espacios como transporte público, trabajadoras de reparto, personas sin hogar (solo hace falta ver las terroríficas imagen de Las Vegas), mujeres maltratadas que llevan 22 días 24h al día con su maltratador (la Generalitat hace una semana decía que las denuncias por violencia machista habían aumentado un 33%) y un largo etcétera.
La cuestión es que, pese a la situación individual, pese a que si me pongo a leer los periódicos no sé si me da más miedo el virus, la situación que está generando en muchas personas esta pandemia o la crisis que se le va a sumar a la crisis que ya vivíamos. Pese a todo esto, hoy he destinado mi mañana a buscar de forma obstinada buenas noticias.
Y como antes con la niña y sus rabietas, una vez más he visto como la adulta tenía que dejar de mirar hacia dentro y mirar hacia fuera porque si para alguien está siendo beneficioso y sanador el coronavirus 19, es para la Tierra:
– Se ha visto un desplome histórico en la contaminación del aire en Barcelona, Madrid y Sevilla, según datos de estaciones de medida de estas ciudades elaborados por Greenpeace.
– En Barcelona, hacía más de 20 años que no se batían estos récords en cuanto a descenso en la contaminación en el aire.
– En Wuhan e Italia, se han estimado importantes reducciones en la contaminación del aire a raíz del confinamiento. En el caso de China, Marshall Burke, investigador de la Universidad de Stanford, estima que por cada vida perdida por el covid-19, hasta 20 podrían haberse salvado debido a la reducción de la contaminación.

– Se ha producido una disminución en el tráfico ilegal de fauna salvaje. Siguiendo con la fauna y la flora, ya hemos visto multitud de veces fotografías de animales en medio de la ciudad, parece que están recuperando el espacio que les arrebatamos.
– En Venecia, el agua de los canales luce mucho más clara debido a la nula presencia de turistas y de tráfico de góndolas. Su calma ha permitido que cardúmenes de peces de varias especies salgan de sus escondites. Además, ha incrementado el número de cisnes recorriendo los caños.
– En Estados Unidos ha habido una disminución en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de, por lo menos, un 25%, esto debido a la baja sustancial en el consumo de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón, entre otros). Esta cifra representa, a su vez, una reducción del 6% a nivel global.
– El 5% de la contaminación del mundo pertenece a los vuelos de aviones, por tanto, se ha producido una mejora sustancial con la cancelación de vuelos masiva.
Podría seguir añadiendo noticias sin parar, pero también es importante que reflexionemos y vayamos un paso por delante del sistema y nos adelantemos a los hechos. Es probable que las autoridades y empresas con el fin de estimular la economía, con el regreso a la “normalidad”, se vuelvan a aumentar las emisiones contaminantes por encima de los promedios históricos en su afán de recuperación financiera. Quizás deberíamos prevenir antes que curar.
Quizá en nuestra ansiedad, en esa falta de aire que podemos sentir en algunos momentos estos días, está el aire para que otras especies y el mismo planeta, sobrevivan.
*Datos extraídos de GreenPace, El País y Nathional Geographic.
Míriam